sábado, 10 de enero de 2009

london´s chronicle 1





tenía muchas ganas de hacer este viaje, de volver a londres, pero el día 1, con 3 horas de sueño después de haberme acostado a las 10:30 de la mañana (ni tengo recuerdo de la última vez que me sucedió semejante cosa), sólo pensarlo me producía una inquietud considerable

nada que no se arregle durmiendo

antes, el 1 por la tarde, huimos muy pronto de la comida de año nuevo en casa de mis padres (lo que me puso extraña y descontroladamente triste), hicimos las maletas, aprendí a utilizar mi súper cámara de fotos nueva, despedimos a francesca oyendo la maqueta del nuevo disco de enblanco y comiendo maíces XL, y mi padre tuvo que traerme las lentillas que me olvidé en su casa (también la mía)

el día 2 madrugón (05:30), nos recogen sonia y héctor, volvemos a oír la maqueta de enblanco, me duermo un rato, nos juntamos en la entrada de la autopista con odón y ana, bilbao, aeropuerto, avión, londres, metro, look right! (o look left!) en todos los pasos de cebra

los 6 hemos estado ya en londres, así que no tenemos urgencia por ver cosas, más bien tenemos caprichos (enrique y yo la tate modern y la national gallery; sonia el cruce de abbey road de la portada del disco de los beatles con el mismo nombre; ana candem market; héctor y enrique whitechapel y la ruta de jack the ripper; odón...¿?...)

estuve en londres en los veranos del 96 y del 97 y, por el motivo que fuera, no me gustó demasiado, ahora, después de verlo en el 2009 no alcanzo a entender en qué estaría pensando entonces

localizamos un pub y el apartamento y jugamos al escondite con la de la agencia (el apartamento es para 4 pero dormimos 6), que nos insiste en que siempre que estemos dentro cerremos con llave y la dejemos puesta

justo al lado está the sumner, el hotel al que íbamos a ir enrique y yo de haber ido solos

el apartamento está bien, es el bajo de una casita de 3 pisos y tiene unos 35 metros cuadrados, mini cocina y súper baño

en el pub de al lado de casa comemos cochinadas fritas, ricas y baratas (pero insanas, por ponerles un pero), nos tomamos nuestra primera pinta, dejamos las maletas y echamos a andar

la primera impresión, a pesar de la paz inducida por el medio litro de guiness, es de agobio

nuestro apartamento está al lado de oxford street, que es un infierno lleno de gente llena de bolsas que tenemos que atravesar forzosamente

pienso todo el rato mientras intento no perderme que enrique se tiene que estar volviendo loco (enrique odia las aglomeraciones más que el resto de los humanos)

localizamos la librería borders, entramos y preguntamos por margarita, viene (me emociona el reencuentro, soy así) nos dice que su compañera le ha dicho que hay un montón de gente española que no habla ni una palabra de inglés preguntando por ella (una depresión total nos sobreviene, ¡hemos preguntado por ella en inglés!), quedamos, buscamos el encargo de josé luis, no está, nos vamos

nos sentamos en la terraza de un pub a la entrada de carnaby street a esperarla

está hasta arriba de gente y hay muñecos de nieve hinchables y gigantes colgados de las ventanas

justo estamos comentando la posibilidad de que londres esté estos días llena de famosos, cuando pasa al lado de nuestra mesa un actor de la hora chanante (y de alguna otra serie que desconozco) al que saludamos efusivamente, como merece su condición de participante en ese decálogo de nuestra educación humorística de los últimos tiempos

nos tomamos otra pinta, quedamos con marga y con antonio para más tarde y nos vamos a hacer la ruta que corresponde a nuestro circunstancia de turistas

entramos por poland street y atravesamos parte del soho, nos paramos en la puerta de una tienda de pornografía homosexual porque nos parece que un tío que hay dentro es antonio y el segurata nos grita que qué chorra miramos, que nos piremos de ahí

atravesamos chinatown, que es de mentira, pero flipamos con los patos laqueados colgados enteros en los escaparates, sonia se compra un gorro, llegamos a charing cross road y vemos una librería en el 48 en vez de en el 84 como en la novela de helene hanff (por cierto, tierna, bonita y muy muy recomendable), paramos en el porcupine pub y los valientes nos atrevemos con un vino caliente especiado que sabe regulero pero que nos calienta hasta los dedos de los pies, seguimos hasta picadilly, covent garden, el támesis, el london eye, el big ben, las casas del parlamento, la abadía de westminster....

a ana le da un calambre y se tiene que descalzar en medio del puente de westminster

vamos en metro hasta old street, que es donde hemos quedado con marga y antonio

entramos a un pub a cenar y enrique se pilla unos ninja, que son unos guisantes recubiertos de wasabi que todos escupimos religiosamente a la moqueta del pub tras pobarlos por primera vez y que en la segunda oportunidad que les damos a algunos ya nos saben medio buenos (y que por fin ayer se terminaron)

no nos resulta caro y la carne de las hamburguesas está buenísima

hay una tele gigante en un extremo en la que están echando un partido de fútbol y otra muy pequeñita en el otro extremo a la que todo el mundo mira para ver una competición de dardos

llegan antonio y margarita (qué alegría otra vez, copón, y eso que sólo han pasado un par de semanas desde que se fue)

entramos a un par de pubs en shoreditch (uno de los barrios de moda hoy, un barrio anodino ayer, se supone que revitalizado de golpe por la llegada hace un par de años de habiantes-artistas como damien hirst o tracey emin, de la que vimos una retrospectiva en el cac de málaga hace menos de un mes)

en seguida nos acostumbramos a salir fuera a fumar, incluso le encontramos el encanto a ese acto tan asocial como social al mismo tiempo

algunos fumadores y porteros de bares se acercan a hablar conmigo y me frustra mucho mi falta de soltura para expresarme en inglés a pesar de que el alcohol me suelta bastante, me fustra porque entiendo todo y me gustaría ser amable, hacer un chiste, seguir la conversación, pero me resulta casi imposible

sobre dos de los pubs a los que entramos pasan los trenes overground y me quedo pillada con las vigas que soportan los puentes

la parte del centro de londres no me recuerda a nada salvo a londres en sí, pero este barrio me recuerda a berlín, a sus grafittis, a su leve regusto metálico, un pelín macarra o por lo menos canallesco (más pijete, eso sí), a sus casas sin orden y afiladas, a sus solares, a la sensación de que tras algunas de sus ventanas están sucediendo cosas que serán importantes para muchos, que quizá se estudien, y de que la gente que vive allí jamás mira hacia atrás y raramente hacia los lados

supongo que en eso consiste el aura de los sitios cool de las grandes capitales del mundo

estamos reventados, pero nos morimos de la risa

bebemos chupitos de jagermeister y pintas de stella artois y nos hacemos fotos chorras con marcos de corazón y de flores

nos percatamos de la fotogenia de héctor y de su mirada seductora (será una coña recurrente el resto de los días)

volvemos parte del camino en el piso de arriba de un autobús descojonados de risa por alguna razón que no recuerdo

luego toca andar y chupar frío (no sabemos cuánto porque no hay ni un termómetro en toda la ciudad, pero sentimos que mucho)

esa noche se gesta nuestro súper catarro colectivo






3 comentarios:

antonio alfaro sánchez dijo...

pero que bien explicas los viajes zagala!!!!

Sonia San Román dijo...

ay!

Anónimo dijo...

Por fin!!!

Qué memoria tienes. Yo flipo.

Espero impaciente "london´s chronicle 2" para revivir un ratito lo que hicimos que con mi memoria de pez...