sábado, 11 de febrero de 2012

dos fragmentos de todo modo, de leonardo sciascia



Sólo las cosas que se pagan son auténticas, si se pagan con la inteligencia y el dolor. Y yo ahora sólo pagaba a través de los bancos. No había sentimiento, convicción o idea por la cual no me pidieran otra cosa que una firma en un cheque. O en un cuadro, porque lo que da valor a un cuadro es la firma, exactamente igual que sobre un cheque. (Algún día haré una exposición de telas sólo con mi firma, para venderlas a precios más bien altos; y sugeriré al marchante esta frase publicitaria: "Píntalo tú mismo, un gran pintor ya te lo ha firmado") También del dolor ajeno (la enfermedad, la miseria, la desgracia que caía sobre personas que conocía o que, sin conocerlas, acudían a mí; la guerra en la que ardían o la opresión bajo la cual gemían pueblos enteros) me liberaba con una firma, porque bastaba ésta para que inmediatamente se desvanecieran las imágenes. Me había liberado así de muchas cosas; de demasiadas para que no me sintiera, en aquel momento, lejos de la verdad de la vida...

(...)

-Pero a veces, algún fanático...
-Usted se refiere a las historias que circularon cuando englobé la ermita en el hotel... No, agua pasada. Los grandes beneficios hacen desaparecer los grandes principios, y los pequeños beneficios hacen desaparecer los pequeños fanatismos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimada bloguera:
Cuando leí el libro de Sciascia me llamó la atención ese fragmento que dice:

"Prescindamos de la adolescencia y de la juventud, pero un hombre es lo que los diez primeros años de su vida han hecho de él, y nada sabremos de él si no sabemos de sus diez primeros años."

Aún reconociendo que esto no tiene por qué ser siempre así, creo que tiene mucho sentido esta afirmación y que, en la mayoría de los casos, se aproxima bastante a la realidad.

Un saludo cordial
BC