miércoles, 26 de septiembre de 2012

lunes, 24 de septiembre de 2012

un fragmento de morfina, de mijaíl bulgákov




Ana K. se ha convertido en mi esposa secreta. No podía ser de otra manera. Estamos encerrados en una isla desierta.

La nieve ha cambiado de aspecto y se ha vuelto, al parecer, más gris. Ya no hace aquel frío terrible, pero de tiempo en tiempo aún se desencadenan tormentas de nieve...

El primer minuto: una sensación de que algo roza el cuello. Ese roce se vuelve cálido y se extiende. En el segundo minuto una onda fría atraviesa repentinamente la cavidad estomacal e inmediatamente después comienza una extraordinaria lucidez en las ideas y se produce un estallido en la capacidad de trabajo. Todas las sensaciones desagradables desaparecen. Es el punto más alto de la expresión de la fuerza espiritual del hombre. Si yo no estuviera maleado por mi formación de médico, afirmaría que normalmente el ser humano sólo puede trabajar después de una inyección de morfina. En realidad: ¡para qué sirve el ser humano, si la más insignificante neuralgia puede hacerle perder completamente el equilibrio espiritual!

miércoles, 12 de septiembre de 2012

un poema de kutxi romero*





Bendita la rama

Mi hijo

casi nunca

me llama papá.

Casi nunca.

Él sabe

que a los papás

les gusta el fútbol,

tomar copas con los amigotes

y quedarse en la cama

hasta tarde

los domingos.

Sabe que los papás,

en general,

no llevan el cuerpo

infectado de tinta

ni tienen la música puesta

a un volumen molesto

todo el santo día.

Sabe que los papás

bautizan a sus hijos

y más tarde

les preparan

primeras comuniones,

sin dejarles muy claro

todo el asunto de Dios,   el infierno

y la Santísima Trinidad.

Mi hijo piensa

que los papás son serios,

intransigentes

y que,

la mayoría de las veces,

están tristes.

Él ha visto

como los papás

castigan,

enderezan,

adoctrinan,

aconsejan.

Hijo mío,

no sabes lo que me gusta que,

para ti,

yo no sea papá

y que tan sólo

sea

el Kutxi.      


*incluido en Bruce Willis es zurdo, número 99 de la Colección Planeta Clandestino, que se presentará este jueves 13 de septiembre en la Biblioteca de La Rioja a partir de las 20 horas, dentro del VIII Agosto Clandestino. Ese mismo día se presentará también el número 100 de la misma colección (más información pinchando aquí, aquí  y en próximas entregas)


100

miércoles, 5 de septiembre de 2012

un poema de raquel lanseros*




El hombre que espera


Una vez más remueve

el poso del café la cucharilla triste.

Diez dedos bailotean en la mesa del bar

un tango a media luz con el olvido.

Está solo, cansado,

sentado entre una multitud ajena

que lo mira sin verlo.

Un anillo de oro gastado por los años

es el único rastro de brillo que le queda.

La pasión una vez le estalló entre las manos.

Y perdió la esperanza en los abismos

de un corazón humano.

No hay desdicha que le haya sido ajena.

No existe humillación que desconozca.

Es por eso que sabe hablar de amor.

Es por eso que espera.    


*incluido en Un sueño dentro de otro sueño, número 118 de la Colección Planeta Clandestino, que se presentará este jueves 6 de septiembre en el IRJ a partir de las 20 horas, dentro del VIII (y extenso) Agosto Clandestino.




un poema de manuel vilas*




Amor


Una mañana Manuel Vilas sacó todo su dinero de los

bancos.

Fue a las cajas de ahorro, fue a las compañías de seguros,

vendió su coche, anuló su plan de pensiones,

se lo llevó todo en efectivo, un buen fajo de billetes

calientes.

Qué bien, dijo, qué fuerte,

y todos los empleados y los directores querían disuadirle

pero Vilas tenía unas ganas infinitas de pasarlo bien.

Y luego se fue a ver enfermos,

a ver emigrantes, incluso se fue a las cárceles.

Quería ser un santo espectacular, tenía esa marcha,

tenía esa gran ilusión.

Quería ser Cristo, Lenin, San Pablo,

quería ir más allá del orden, de la naturaleza y de la vida.

Recorrió la ciudad de Zaragoza repartiendo dinero.

En Conde de Aranda, dio mil euros a tres árabes,

que le besaron los pies, y las manos, y se arrodillaron.   En el barrio de Delicias, en la calle Barcelona,

dio trescientos euros a una negra africana,

y ella quería comerle el sexo al buen Vilas,

pero Vilas dijo “no, nena, hoy soy un santo,

hoy soy San Vilas,

consérvate para tu marido, él te necesita,

y yo os bendigo; anda, nena, ve en paz”.

Y Vilas se echó a reír.

Fuego, qué fuego más grande,

y siguió repartiendo, a una vieja china

de un todo cien le dio seiscientos euros,

y la vieja le hizo una foto de diez millones de megapisels

y la amplió y la enmarco y la colgó

en mitad de su tienda con dos velas debajo.

A un vendedor de La Farola, ese periódico

de los pobres, le dio ochocientos euros.

Y el vendedor se echó a llorar y ardía

como una vela en mitad de las catedrales antiguas.

Vilas quería ser un santo, tenía esa marcha.

Toda la mañana y toda la tarde estuvo quemando su

dinero.   Miró la atmósfera y se estaban abriendo los palacios

celestiales.

Estaba enamorado de sus semejantes.

Nunca vimos a nadie tan enamorado.        


*incluido en Poemas, número 117 de la Colección Planeta Clandestino, que se presentará este jueves 6 de septiembre en el IRJ a partir de las 20 horas, dentro del VIII (y extenso) Agosto Clandestino.